Hoy se cumplen quince años del comienzo de la historia más grande, importante y apasionante de mi vida, mi historia contigo. Por muchas novelas que escriba, por muchas narraciones y cosas que intente transmitir con mis libros, jamás llegaré a escribir nada tan especial e increíble.
¿Cómo narrar aquella noche en que nos conocimos? ¿Cómo explicar que, en cuanto rozaste mi piel, un estremecimiento recorrió mi cuerpo y que aún no se ha detenido? ¿Cómo decir que, en cuento te vi, supe que eras tú? ¿Cómo decir que lo tuve tan claro, que en cuanto apareciste delante de mí, respiré por primera vez en mi vida? Esa respiración es la que tú me ayudaste a recuperar este verano, salvándome la vida.
Quiero transmitir tanto, decir tanto, que me quedo sin palabras, porque por muchas que escriba, nada se acercará a todo lo que siento dentro, a todo lo que significas para mí. Por eso prefiero dedicarte mi día a día, mi mirada, que es la tuya, mis manos, que son tuyas, porque yo soy tú y tú eres yo.
Gracias, pero sobre todo te doy las gracias por todo lo que está por venir.