Ahora que me encuentro en ese momento en el que he acabado de escribir una novela y aún no he empezado la siguiente, es cuando me pongo a recapacitar en proyectos pendientes y aprovecho para avanzar algunos. Mientras recupero esa idea que tenía para la nueva novela, he vuelto a ponerme con los dos mil folios de información que tengo para escribir esa historia que no creo que llegue a leer nadie jamás: la historia de mi vida. A esos dos mil folios le faltan muchas, muchas cosas, porque tengo tanto que contar… Además, lo quiero ordenar bien, no dejarme nada y contármelo todo a mí mismo, como la mejor terapia posible.
Cada vez que vuelvo a esos escritos, que reúnen conversaciones con mi madre (en la que me contó muchas cosas que no sabía), mis recuerdos, todo mi diario íntimo y el blog que llevo escribiendo desde dos mil tres, me vienen muchos recuerdos. Demasiados. Bueno, de eso se trata, ¿no? De sacar fuera los fantasmas para poder dormir tranquilo y superar muchas cosas o, al menos, intentarlo.
También estoy pensando en el tercer disco, y tengo varias ideas, como por ejemplo regrabar más canciones del primero. Lo escucho y, la verdad, es que suena realmente mal. Me gustaría mejorar eso, sobre todo, con todo lo que sé ahora y después de cuatro años de clases de canto en las que he aprendido a colocar la voz, cosa que me costaba en las primeras canciones (por no haber dado clases nunca y haber llevado muchos años sin cantar), como por ejemplo en Abre Los Brazos, que es muy mejorable, o en Salir De Aquí. Pronto volveré al estudio de grabación y, la verdad, es que me apetece mucho, muchísimo.
Últimamente también tengo una nueva e inesperada obsesión: los cómics manga yaoi. ¿Quién me lo iba a decir?