He intentado desde el primer día afrontar lo que me ha pasado con fuerza, de frente, con optimismo y pensando siempre en que todo esto de la traqueotomía ha sido el remedio, no la causa, por lo que he sonreído cuando me ha hecho sentir fatal, cuando me ha hecho daño, cuando ardía por dentro de mi tráquea, cuando casi me ahoga… he sonreído sí, porque me dije a mí mismo que iba a poder con esto para seguir viviendo y aprovechar esta segunda oportunidad que me ha dado la vida.
No todos los días se puede estar así y, ahora que lo peor ya ha pasado, es como si empezara a asimilarlo todo. Hoy no puedo estar alegre. Simplemente no puedo. ¿Me lo debería permitir? Es posible que me merezca permitírmelo, sí, pero no quiero, aunque tampoco puedo evítalo.
Para estar arriba tenemos que estar alguna vez abajo. Hoy estoy abajo y, la verdad, no lo siento. Me voy a dar ese lujo, pero solo por hoy, de verdad.