Revisando el borrador de mi nueva novela, me estoy dando cuenta de que tengo que trabajar en ella más de lo que me esperaba, lo que va a hacer la corrección más divertida de lo que creía. De momento voy a alargar el principio, porque me da la sensación que la historia empieza demasiado rápido y las cosas no pueden ocurrir de repente. También hay personajes que me gustaría desarrollar más y seguro que al ir corrigiendo, se me ocurren más cosas nuevas.
Lo que me estoy dando cuenta es de que, a cada manuscrito que acabo, las correcciones son más fáciles, porque cada vez tengo menos cosas que corregir. No me refiero a esto de meter cosas nuevas, sino correcciones reales, como errores, palabras mal escritas, gramática y ortografía. Supongo que eso es cosa de experiencia y de ir aprendiendo, porque recuerdo mis primeros manuscritos, hace mil años, y cada página tenía decenas de fallos y tachones. Ver que voy mejorando también me ayuda a querer seguir avanzando, escribiendo y creciendo.
Esta novela me tiene entusiasmado, aunque no recuerdo escribir ninguna que no me hiciera sentirme así.
Por otra parte, antes de ayer puse, por fin, el cd de mi nuevo álbum en el Bandcamp para el que quiera comprarlo por solo siete euros con gastos de envío incluidos. La parte más complicada de hacer música no es crearla en sí, sino hacer que llegue a la gente y, sobre todo, conseguir que se interesen lo suficiente como para que poco a poco, llegues a más gente. Sin el apoyo de una gran discográfica que te ponga en listas de reproducción o te promocione en redes más allá del alcance que tú tienes (que por mucho que sea, siempre es poco), es casi imposible llegar a más de un puñado de personas. Para mí esto es lo más frustrante de hacer música y, también, lo más agotador.
Cada paso es un grano de arena y poco a poco voy creando mi propia montaña.