Casi a diario escucho comentarios sobre lo delgado que estoy. Antes era justo lo contrario. Yo ya no doy explicaciones, simplemente porque no tengo que darlas, pero por dentro sigo pensando: “Mejor vivo y delgado, que muerto”. Sigo teniendo muy presente esa enfermedad que superé y que ha tenido sus consecuencias, como la delgadez (unos quince kilos menos). La cicatriz del cuello me sigue recordando a diario que gracias a ella estoy vivo y que aquel episodio que viví (y que en total ha durado año y medio), me ha cambiado por dentro y por fuera. Unos análisis que me hice hace un par de semanas salieron perfectos y puedo decir que sí, que estoy mejor que nunca.