Desilusión

Llevo dos semanas con la cabeza en otra parte y, entre la campaña navideña, eso que tiene mi mente tan ocupada (qué difíciles son a veces las cosas) y que llevo dos semanas sin grabar nada en el estudio de grabación, hace que estos días estén pasando sin más, solo dejando que transcurran y deseando que pasen ya unas semanas para que se resuelvan dudas y podamos meternos en la aventura de nuestras vidas.

Hoy he escrito un poco de mi nueva novela por primera vez en por lo menos dos o tres semanas. Voy muy, muy lento porque, como ya he escrito últimamente, he perdido la ilusión y, lo que es peor, no sé si va a volver. Demasiados años luchando para que no suceda nada hacen que acabe preguntándome si lo que hago sirve para algo. He pasado meses pegado al mail esperando respuestas de editoriales que nunca llegan y ahora llevo por lo menos desde principios de octubre relajado, sin pensar en eso, sin esperar nada… y el resultado es el mismo, por lo que lo que he ganado es tranquilidad mental. Nadie responde y estando siempre pendiente lo único que consigo es agobiarme, así que lo mejor es olvidarme del tema y si alguna vez ocurre, que ocurra, pero al menos no me frustro ni me hago expectativas de cosas que no van a ocurrir.

¿Puede esto hacer que deje de escribir? No tengo la respuesta. Solo sé que me gustaría seguir haciéndolo, pero que me pongo a escribir y no me apetece nada, porque todas las ilusiones de estos años simplemente han desaparecido, después de haber escrito casi veinte novelas (creo que van diecisiete).

Ahora mismo tengo cuatro novelas escritas (y un ensayo sobre mi enfermedad) sin que nadie vaya a publicarlas. ¿Tengo que seguir escribiendo para que, simplemente, mis trabajos se sigan acumulando y permanezcan inéditos? Pronto saldrá “Me llamo Anabel”, pero soy realista y no tengo muchas expectativas puestas. Es mejor así. Después no me llevo las mismas desilusiones de siempre.

Bueno, ya me he desahogado un poco.

Author: Javier Herce