Ayer fue un cumpleaños más y la verdad es que fue diferente a otros, porque lo viví de otra forma.
Lo primero es que no puse nada en las redes sociales. No me apetecía ni tenía la necesidad de decirlo para que todos me empezaran a felicitar solo por haberlo puesto (eso no significa que lo hicieran por obligación). Prefería vivir mi cumpleaños con más realidad, con la soledad que es la verdadera compañía de esta etapa de mi vida, sin que me bombardeasen el móvil a mensajes porque se hubieran enterado por las redes sociales. Eso no va conmigo. Ya no necesito ese tipo de aprobación o como sea que se llame a llamar la atención para que te hagan caso. Si en mi día a día no hay un montón de amigos ni familia ahí, tampoco quiero que haya gente virtual (porque al final son eso, aunque sean reales y a la mayoría los conozca en persona) en mi cumpleaños. Con el tiempo la gente se ha ido alejando, haciendo sus vidas y al final te quedas con tu pequeño mundo. En mi día prefería que continuase así. El resultado fue que las únicas personas que me felicitaron fueron: el wiccano (por supuesto), sus padres y hermana, su tía Carmen, mi madre, mi hermano mayor, mi cuñada, mis dos sobrinos, mis dos tíos de aquí y mis dos primos (hijos suyos) con los que suelo tener contacto, una tía de Logroño y una de sus hijas, Laura (con la que tengo mucho contacto), NaT, Ana, mi vieja amiga de Logroño, y Jorge, mi productor. Puede parecer mucha gente, pero en realidad son solo un puñado. Son las únicas personas que forman mi pequeño mundo, donde hay más familia, más conocidos, había más amigos… pero la realidad es esta y, a estas alturas de mi vida, he aprendido a aceptarlo y ha hecho que viva mi cumpleaños más en paz, sin esperar nada, sin decepciones.
La otra diferencia es que lo celebré de una forma que a mí me hace feliz: rodando un videoclip para el nuevo álbum y haciendo unas fotos para la promoción. Ahora mismo la música es lo único que de verdad me llena, me da paz y me hace sentir que hago algo de verdad, así que esto para mí era importante y ha hecho que mi cumpleaños sea muy bueno. Además, hemos ido a un sitio diferente, en vez de tanto parque, árboles y naturaleza, que ya me cansa un poco.
Fue idea del wiccano ir a las cuatro torres para ver si allí encontrábamos un lugar diferente. La idea de tener de ambiente la arquitectura moderna me interesó mucho, así que fuimos y allí hicimos unas tomas aprovechando una estructura de asientos que tienen, aunque con demasiada luz, porque el sol estaba en su máximo esplendor y nada daba sombra.
Encontramos unas paredes de una especie de mármol negro que nos gustaron y allí hicimos muchas tomas. También había una especie de montículos con escaleras y algo así como un mirador arriba, aunque debía de tener como mucho tres metros de alto. Allí me subí y después de ver en casa el resultado de esas fotos se me ocurrió hacer algo porque desde esa perspectiva se me veía solo con uno de los rascacielos de cristal por detrás y me gustó mucho la idea como para la portada del álbum y otro videoclip. Eso y sumado a que una de las tomas de la pared negra no quedó muy bien (ya que la iluminación me daba un poco de lado y eso es lo que tiene la luz natural, que te expones que no haya uniformidad y salgas espantoso. Mi eterna lucha) y hay que repetirla, hace que mañana vayamos a volver allí.
Después nos dimos un paseo hasta el centro comercial La Vaguada. Estar en esa zona nos hizo recordar viejos tiempos de cuando vivíamos en Chamartín. Antes de rodar fuimos a ver el edificio, reconociendo el balcón de aquel séptimo piso, la estación, las calles… La verdad es que todo aquello me recordaba a mi Vampy.
El centro comercial también nos trajo muchos recuerdos, porque en aquella época íbamos mucho allí. Dimos una vuelta comentando las cosas que habían cambiando y recordando cómo éramos por entonces, hace más de diez años. Fue una buena mañana de cumpleaños.
Después volvimos a casa y, como no quería comer fuera ni estar media mañana cocinando, para poder rodar, compramos un pollo asado, que nos encanta, con unas patatas asadas y comimos como marqueses. Por la tarde con tranquilidad en casa, una siesta, un poco de escritura, ver el trabajo que habíamos hecho por la mañana…
Para mí ahora esto es un cumpleaños perfecto. Eso de grandes celebraciones, tener que pasarlo en grande rodeado de gente, grandes regalos, muchas felicitaciones y demás… Forma parte del pasado. Y no lo digo como drama, sino que esas cosas son para cuando tienes veinte años. Yo ahora estoy en otra etapa en la que ya ni siquiera cumplo años. Solo quiero una cosa en esta vida y es por lo que sigo luchando: la felicidad. No sé si llegará o no, pero sigo intentándolo, aunque sé que la felicidad verdadera no existe.