Ayer pude registrar mi nueva novela y hoy ya ha sido entregada a la editorial que me va a publicar mi nuevo trabajo en mayo, que será mi regreso a la novela LGBT después de once años. Hoy mismo también se han puesto en contacto conmigo para comenzar con los preparativos, cosa que a mí siempre me da mucha vida, porque veo el momento de la publicación más cerca, más real.
La vuelta a este género, ya que esta novela que acabo de terminar también lo es, ha despertado en mí la inquietud de seguir por ahí, de ahondar en las historias LGBT. Me vienen recuerdos de la época de Odisea y, la verdad, fue mi mejor época editorial, y eso que por entonces sentía que no podía abrirme, ya que era un género perteneciente a un círculo reducido, y eso me hizo salir de él. Hay que recordar que por aquel entonces, mediados de los dos mil, el mundo veía la homosexualidad de forma diferente (aunque aún tiene que cambiar mucho), y las novelas de temática gay estaban muy marginadas por el público general (cosa que ahora muchísimo menos, con editoriales convencionales y grupos grandes publicando historias de este tipo, no como antes, que te limitabas a dos editoriales), siendo habitual encontrar estas novelas en la sección erótica de las librerías. Ahora mismo veo aquella época como la más exitosa de mi carrera y pienso que puede que no debería haberme ido, pero quería publicar terror, quería ir por ahí… No salió bien. No me puedo arrepentir, porque hice lo que sentía. Ahora es como volver el tiempo atrás. Las cosas han cambiado mucho y el mundo editorial también ha cambiado una barbaridad, pero yo sigo teniendo inquietudes, aunque menos deslumbrado y con los pies más en la tierra.
Esto hace platearme seguir dejando aparcado mi proyecto de vampiros y escribir algo más antes. Lo estoy pensando y puede que lo haga.