Como todos los años, convirtiéndose en tradición, en la noche de Halloween hice mi “Tortiween”, que es una tortilla naranja. Fue una cena tranquila, como viene siendo desde hace un tiempo. Aquello de que viniera gente a menudo a casa y que en fechas señaladas como las de anoche incluso se llenara, quedaron en el pasado, lo que hace que ya no sea tan divertido, que añoremos aquel ambiente que se formaba y tener amigos con los que compartir estas cosas. No es que no tengamos amigos, pero esos con los que quedas en su casa o vienen a la tuya, con los que haces excursiones, sales y demás… ya no están. Por un motivo u otro, se han ido de Madrid o, simplemente, ya no salen casi de casa. Es una verdadera pena, porque eso hace que muchas veces nos aburramos o no salgamos porque, para estar mirándonos las caras, es lo mismo que podemos hacer en casa.
Además, este año hay un añadido, y es mi estado de salud. Ayer estaba arrastrado y, aunque por la mañana fui a mi clase de canto y después me di un paseo por el centro y recogí al wiccano del trabajo, después de eso ya se me habían acabado las fuerzas, como siempre.
Sigo sin recuperarme. Sí que es verdad que ahora estoy mejor. En verano era muchísimo peor, pero siento que aún me queda mucho para recuperarme del todo. Intento alimentarme bien (pese a que he vuelto a adelgazar) con una dieta antiinflamatoria basada en proteínas (de ahí que, pese a estar bien alimentado y comer buenas cantidades, no engorde), tomar vitaminas y complementos como el ginseng y la jalea real, pero lo que de verdad necesito es más tiempo. Solo han pasado cuatro meses y medio desde que salí del hospital y ya me dijeron que iba a ser bastante tiempo de efectos secundarios.
No lo llevo mal. Tengo mucha paciencia con este tema e, incluso, me lo tomo con humor, pero se está haciendo largo. Lo que no cambia es mi ilusión renovada, las ganas de vivir, de hacer cosas y de salir adelante. Mañana vuelvo al estudio de grabación para crear otra nueva canción del nuevo disco y ahora mismo la música ocupa casi toda mi mente y mi tiempo libre. Estoy escribiendo muy poco a poco, como me lo pide el cuerpo, pero sé que volveré a coger el ritmo y a sacar novelas de dentro como lo estaba haciendo últimamente, aunque a veces no sé para qué, si cada vez es más difícil que las editoriales te abran las puertas si no vas de la mano de alguien.
Ahora mismo debería de estar ya anunciada la publicación de “Me llamo Anabel”, pero la editorial ni siquiera me ha enviado las correcciones todavía, lo que hace cada vez más complicado que salga este año, a no ser que programen una publicación acelerada y se carguen la novela al sacarla con la campaña navideña ya empezada… No sería la primera vez que me pasa. Se me viene a la mente “Cartas a un soñador”.
Los sueños también pueden ser muy frustrantes, pero mientras haya ilusión y vida, hay esperanza.