Pocas cosas están ocurriendo últimamente. Bueno, como casi siempre. Por eso tampoco escribo demasiado por aquí. Sigo con mis temas, pero también como siempre.
Ha pasado casi un mes de la salida de mi nuevo álbum, I’m Ok I’m Not, mi trabajo más elaborado y lo mejor que he ofrecido hasta ahora, y el resultado ha sido el que esperaba: ninguno. Sin sorpresas. A estas alturas las cosas las hago por placer y no esperando una reacción, ya que aunque la gente que lo ha escuchado dice que es bueno y nota la mejoría, siendo un artista independiente es muy difícil legar a la gente y uno no puede apoyarse en sus conocidos, porque estos te escuchan una vez por compromiso y ya está. Eso si lo hacen, porque la mayoría ya está acostumbrado a que hagas cosas y ya no se sorprenden cuando sale algo nuevo y ni lo escuchan o leen. Son cosas que uno va aprendiendo con los años.
Aún quedan singles por salir y yo disfruto con ello. Claro que me gustaría tener miles de seguidores, pero eso ocurre cuando tienes una gran discográfica y es algo que yo he terminado por aceptar. Estamos aquí para disfrutar de lo que hacemos y no se puede perder energías en hacerse preguntas y en frustrarse. Ya he escrito demasiadas veces sobre este tema, lo difíciles que son las redes sociales, sobre todo cuando no eres alguien normativo como yo, y cómo han cambiado las cosas.
Los tres singles que faltan por salir son los que empiezan a introducirme en sonidos soul, jazz y R&B, que es por donde quiero ir a partir de ahora. Del próximo álbum tengo grabadas dos canciones, pero las dos me generan muchas dudas y no sé qué haré con ellas, si las repetiré con otros tonos, las usaré o las dejaré guardadas no como dos errores, sino como dos lecciones de las que aprender. Con el nuevo año reiniciaré el proyecto de ese nuevo álbum.
Seguiré trabajando en las nuevas canciones mientras también trabajo en remixes de las del actual álbum. Lo inmediato va a ser una versión dance de Never Stop Dreaming, del que mi productor ya me ha mandado una muestra y va a estar genial.
En cuanto a la literatura, estoy a la espera de las no contestaciones de todas las editoriales con las que he contactado con mi nueva novela sobre la posguerra, pero eso puede ser un proceso lento, como siempre. De la anterior que llevo unos meses moviendo, una novela LGTB muy en el estilo de “Piensa en mañana” sobre un chico en busca de su sitio en el mundo, pues de momento nada. Vamos, lo normal.
Ahora ando muy inmerso en la re-escritura de mi novela sobre la noche madrileña de la que estoy cambiando la época trayéndola al presente. Haciéndolo me he dado cuenta de lo mejorable que es, que se puede escribir mucho mejor y de que me va a quedar más larga que la original. Puede que se convierta en mi novela más extensa hasta la fecha, cosa que me gusta, ya que siempre he tenido la sensación de que mis obras, pese a no ser para nada cortas, deberían ser más extensas. Mi novela sobre la posguerra casi llega a las cien mil palabras y esta nueva, si sigue el camino que lleva, debería rozar las ciento treinta mil.
Estos días andaba trabajando en el re-lanzamiento de “Matar a un vampiro” y quería que saliera en diciembre, pero creo que lo dejaré para el año que viene, porque quiero trabajar más en la maquetación y no hacerlo rápido. Ya tengo el diseño de la cubierta, con la idea original y la foto original que preparé en dos mil nueve, con el wiccano de modelo.
Con el invierno a la vuelta de la esquina, solo queda vivir una Navidad más y esperar a que llegue un año nuevo y ver qué nos trae. Poco más que contar, a parte de que anoche lo pasamos muy bien en el concierto de Within Temptation en el palacio de Vistalegre. Era la primera vez que estaba allí y fue un gran concierto. Todo un espectáculo.