Presentación de «La casa Ferrer» en el evento de Wave Books.

Casi un año después de mi última presentación (en realidad el año se cumple hoy, veinte de mayo), ayer tuvo lugar la de mi nueva novela, «La casa Ferrer». Creo que lo he dicho ya varias veces, pero odio hacer presentaciones. Con el paso de los años, en vez de volverme más abierto, me vuelvo más cerrado, vergonzoso y me invade el miedo escénico. Lo hago porque hay que hacerlo, por las editoriales, pero realidad lo paso mal.

Lo bueno de la presentación de ayer es que era conjunta, con muchos autores que salíamos por grupos, y en realidad tenía que hablar unos siete minutos. Eso también hacía que hubiera más gente (cada uno llevaba a varias personas, por lo que era de esperar que la sala se llenara, como así fue), lo que significaba que más gente me iba a estar mirando mientras hablaba, con todas mis inseguridades. Es curioso que después de tantos actos, me pase esto. ¿Cuántas? ¿Doce, trece presentaciones, más? Debería de estar muy acostumbrado, pero recuerdo las primeras, hace ya doce años, en las que no me costaba nada y disfrutaba muchísimo. Ahora ya no. Cada vez soy más introvertido y no soporto que haya tanta gente mirándome. Siempre pienso: «Estarán diciendo lo feo que soy, lo mal que se me ve en persona, lo mal que hablo, los kilos que me sobran…». La historia se repite.

El día empezó muy pronto para mí. Aproveché para pedir la clase de canto por la mañana y a las once fui para allí. Además tenía que hablar con mi profesor, porque voy a volver al estudio para hacer una pequeña sorpresa y me tenía que dar el tono correcto para que la canción esté acorde con mi voz, ya que lo que he grabado hasta ahora lo he hecho en un tono muy bajo para lo que yo debería de hacer, y de eso va la sorpresa. Creo que ha llegado el momento de ser más exigente vocalmente y de plantearme retos de verdad. Así que… ¡A re-grabar! Ahora empieza la cuenta atrás para ir bien preparado y llevar un buen vibrato, que es lo que me falta.

En un principio tenía pensado volver a casa para prepararme con tranquilidad antes de ir a la presentación. La clase acababa a las doce y cuarto y hasta las cuatro no tenía que estar en Abonavida, el restaurante situado en Callao y en el cual se celebraría el evento, pero NaT quería que comiéramos por ahí, así que quedé en que me daría un paseo mientras el wiccano salía del gimnasio y venía. Las clases las tengo cerca de Callao, así que no me costaba hacerlo, aunque hacía un calor que sabía que haría mella en mí físicamente.

Huyendo del sol todo el tiempo me di un larguísimo paseo hasta que el wiccano llegó casi a las dos y NaT no daba señales de vida. Yo sabía que no llegaría a comer, así que nos fuimos los dos, porque no podía esperar mucho si tenía que estar en la presentación en solo dos horas.

Mientras comíamos aparecieron los mensajes de NaT diciendo que nos veríamos allí, pese a que me había quedado por la zona haciendo tiempo por ella. Qué le vamos a hacer…

A las cuatro estábamos en Abonavida y ya había varios autores esperando. Allí pude conocer por fin a mi editora Irene Comendador, un encanto de mujer, y pude empezar a conocer a varios de los autores que por allí andaban, aunque como soy así de vergonzoso, en un principio no me mezclé mucho y esperé a que se acercaran a mí.

Después de Irene el primero que lo hizo fue David Leelibros, un booktuber que hizo una muy buena video reseña de «La casa Ferrer». También se acercó Fancis Novoa, autor de la editorial, y pude saludar a Monty Brox, Ester Barroso, Cristian Blanco, Axel A Giaroli, Ana Morán Infiesta y llegaron el resto del equipo Wave Books, Karolini Sacndiuzzi y Miguel Ángel Naharro. También había más prensa a parte de David, como Amparo Montejano y José Rodríguez Montejano, de Círculo de Lovecraft, o Bey Acosta, de El Pequeño Rinconcito de Bey, que también me había hecho una gran reseña y entrevista en su blog. Espero no dejarme a nadie, porque había tanta gente… Era algo que esperaba, pero una vez allí era casi abrumador. Más tarde llegó Maiquel Da Costa. Pude hablar también con Fernando Codina, otro autor de la editorial. Creo que fue con el que más hablé.

La presentación iba a ser en el sótano del restaurante, la típica bodega de edificio antiguo madrileño, con poquísima iluminación y paredes de ladrillo de hace un siglo. El sitio era perfecto de no ser por el calor que hacía, sobre todo cuando se llenó hasta el punto de que había gente de pie.

Ya nos dijeron que nos iban a dar una bolsa con cosas de la presentación, pero cuando me dieron la que tenía mi nombre, me quedé sorprendido. Sí que se lo han trabajado los de Wave Books: Un llavero con la portada de «La casa Ferrer», una galleta también con la portada, la certificación de autor con mi nombre, el programa del evento y un boli de la editorial. Algo para guardar en el baúl de los recuerdos. Son tantos ya en estos doce años que han pasado desde que se publicó mi primera novela…

Antes de bajar me llevé una sorpresa al ver aparecer a Mónica, Nari Springfield, mi correctora en Nowevolution, que también participaría por sorpresa, ya que es una de las autoras de la antología «Toxic Femme». Estuvimos un rato hablando y riéndonos.

Una vez abajo los autores teníamos que ponernos atrás para no ocupar las primeras filas (es que éramos muchos), así que el wiccano se quedó delante para hacer fotos y yo me quedé detrás con Nari.

Después de la presentación del evento que hicieron Irene, Karol y Miguel, los primeros en salir fueron Monty Brox, Francis Novoa y Cristian Blanco, que hablaron de sus obras y calentaron motores. El ambiente estaba animado y todos atendieron y rieron con Novoa.

Mientras tanto por fin llegó NaT, que ya le vale….

El segundo grupo fue un dúo, Axel A Giaroli y Ana Morán Infiesta. Yo al principio pensé que con tantos autores cabía la posibilidad de que la gente se cansara y al final se aburriera de escucharnos a todos, pero al contrario. Seguían atendiendo a los escritores y disfrutando del evento.

Yo estaba tranquilo, porque pensaba que había otro grupo más antes de que me tocara a mí. Para no ponerme nervioso no había pensado en el momento de tener que hablar, tanto que ni siquiera sabía lo que iba a decir. Mi sorpresa vino cuando me dijeron Nari y NaT que no, que yo iba el siguiente. Ahí empezaron mis nervios y salió el miedo escénico, aunque ya no podía salir corriendo.

Salimos Ester, Maiquel y yo con nuestras novelas. La primera en hablar fue ella, que se sentó en medio, haciendo una buena presentación de su obra. se notaba que era algo que había salido de dentro de ella. Y el tema además era interesante. Discriminada por poder oír, cuando nadie tiene ya esa facultad. Después pedí ser yo, más que nada para quitármelo de en medio. Decidí sobre la marcha hablar sobre todo del momento en el que escribí «La casa Ferrer», que fue cuando estaba planteándome dejar de escribir para siempre, desencantado con el mundo editorial, y que al acabarla decidí seguir escribiendo, sí, pero dejar para siempre el terror, cosa que cambió a raíz de publicar con Wave Books y la buena experiencia obtenida con el feedback de los lectores.

Estaba tan nervioso que me temblaba la voz y pensar que se notara, hacía que me pusiera más nervioso aún. Hablé un poco de casas encantadas, aunque en realidad no sabía lo que estaba diciendo. Simplemente salían palabras de mi boca. Recuerdo unos aplausos cuando dije que me volvía a picar el gusanillo del terror y poco más. Qué desastre. Yo, que tengo tanta experiencia hablando en público… El año pasado en la presentación de «Piensa en mañana» hablé por los codos durante una hora, aunque claro, todos los asistentes eran amigos, no se puede comparar. El día que tenga que cantar con público me voy a cagar…

La sorpresa vino en el turno de preguntas, porque se levantó una chica de entre el público y dijo algo así como: «Lo mío no es una pregunta, sino un comentario que le tengo que hacer a Javier». Me dijo que era maravilloso, que escribir como lo hacía era muy difícil, que no lo dejara nunca y varias cosas más que no puedo repetir porque escribiendo me pongo colorado. Me dio tanta vergüenza y a la vez tanta emoción oírla… No sé cómo no me puse a llorar ahí mismo. Creo que dije gracias cuatro veces. No me salió otra cosa.

Que ocurran cosas así, de forma tan espontánea, es algo mágico y compensa los nervios y el miedo. Aún tiemblo al recordarlo.

Pasado el mal trago de tener que hablar, le tocó el turno a Maiquel y pude escucharlo más relajado y tranquilo. Parecía que la cosa había ido bien y los demás autores podían presentar sus obras con la misma ilusión y entusiasmo.

Al terminar, Amparo me sacó a la calle para hacerme una entrevista grabada en audio para el Círculo de Lovecraft. Me sorprendió, a parte de lo bien que me trató, lo preparada que llevaba la entrevista en un cuaderno donde tenía apuntes de todos los autores. Eso es profesionalidad.

Al bajar el tercer turno había empezado y fue para «Toxic Femme», con cuatro de las autoras de la antología de relatos, Monty Brox, Laura Morales, Miriam Alonso y Nari Springfield. La antología sobre mujeres malas escrita solo por autoras me pareció interesante, aunque yo no soy de relatos, más que nada porque considero que no se me da bien escribirlos.

Al acabar llegaron los sorteos. Lotes de libros y un cheque de Amazon para los asistentes y después el turno de las firmas, con los autores juntos en la mesa, que creció en forma de L. Me sorprendió firmar tanto y eso fue un chute de energía, ya que en ningún momento pensé en interesar demasiado, viendo los autores que allí había. Todos pasamos un rato agradable y pude hablar un poco más con Silvia Argüelles, la chica que me puso maravillosamente colorado en mi presentación, un ser tan agradable y entrañable… De esas personas que miras a los ojos y dices: «Seríamos buenos amigos». Además es escritora.

También charlé con Laura, la encargada del puesto de libros que montaron allí. Una conversación en la que entró Fernando Codina sobre el terror, pero el de verdad, el que no te deja dormir por las noches.

Todo había salido bien y un nuevo sorteo, esta vez entre los que habían comprado libros allí, daba por terminado el evento, cuando eran más de las ocho de la tarde. Me dieron los libros que tenía que llevar a la librería en mi firma de la Feria del Libro, que será muy pronto, y me despedí de todos, o casi todos, no lo sé. Es que había tanta gente y estaba tan cansado después de un largo día…

Me llevo grandes recuerdos, sonrisas, miradas y gente que me ha sorprendido para bien, como Irene Comendador, que es amor toda ella, Bey Acosta, muy simpática, David Leelibros, súper atento conmigo, el buen ambiente que había en un lugar en el que en un principio podía pensar que no iba a encajar, por ser todos tan diferentes, Lo bien que me trató todo el mundo, como Francis Novoa, Amparo Montejano, Fernando Codina, mi entrañable Nari…

Conocí a un montón de gente, viví un día de escritor, pero de verdad, y fue una carga de energía para seguir haciendo cosas, seguir escribiendo y, sobre todo, seguir luchando contra mi propio yo, mis inseguridades, mis miedos y mi relación amor y odio conmigo mismo.

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Author: Javier Herce