En la era que estamos viviendo, soy consciente de que no genero ningún tipo de interés en las redes sociales, pese a estar siempre ofreciendo contenidos y ser una persona que no para de hacer cosas (literatura, música, fotografía…). En una época en la que prima la imagen y lo que transmites con ella, me vuelve a pasar lo de siempre: no encajo en nada. No soy el prototipo de nada ni, mucho menos, convencional. La gente busca ver personas con las que identificarse, y conmigo no lo hacen. Siempre he sido demasiado diferente para encajar en nada, y lo noto. Me cuesta horrores conseguir feedback en redes sociales como Instagram, donde mis publicaciones no generan casi comentarios ni “me gusta”. Veo perfiles de otras personas, mayores y más jóvenes, más guapos y más feos, que no lo hacen mejor que yo, y tampoco peor, pero generan una cantidad de feedback importante, lo que me hace pensar que el problema no soy yo. Quiero decir, que yo no es que haga las cosas mal, sino que estoy en tierra de nadie. La gente no se identifica conmigo, no empatiza y no me sigue.
¿Me preocupa? No. ¿Me gustaría que fuera diferente? Sí. ¿Por qué? Porque así mi trabajo llegaría a más personas, pero me cuesta una barbaridad atraer la atención. Un chico que no tiene veinte años, calvo, gótico que siempre viste de negro… Eso no es lo que la gente quiere ver y lo puedo entender, pero tengo mucho que ofrecer y hay cosas que no llegan a nadie porque mis redes sociales no generan interés.
Estoy haciendo un álbum de música maravilloso y sé que me va a costar una barbaridad de trabajo hacer que la gente lo escuche y no diga “siguiente”, porque se queden solo con mi imagen, por eso esta vez todo va a ser más suave, con unos looks más convencionales, nada de cementerios, nada de imagen gótica ni huesos o calaveras.
Esta es la eterna canción. Demasiado raro para ser normal y demasiado normal para ser raro. Eso soy yo y ahí está la prueba. Solo hay que ver mis redes sociales…
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