Este dos mil veintidós ha sido, sin duda, una año importante en mi vida que marcará un antes y un después. La enfermedad llegó de repente para recordarme que todos somos frágiles y que nos podemos ir en cualquier momento. Eso trajo un punto de inflexión y una renovación de mi yo interior y exterior. Pasar por la prueba más dura de toda mi vida y superarla me ha hecho pensar mucho y darme cuenta de muchas cosas, sobre todo de lo importante, de mi esencia, de quien soy de verdad y lo que quiero en esta vida, esta segunda oportunidad.
Esto también ha tenido mucho que ver con que este año llegara mi desilusión definitiva con la literatura. No lo voy a dejar, pero ya no es lo mismo y no sé si alguna vez lo será. Siento que la literatura ya no es mi meta. Me he dado cuenta de que llevo veinte años de mi vida intentándolo (en el años dos mil dos fue cuando empecé a enviar mis primeros manuscritos a las editoriales), dándome de cabezazos contra un muro de piedra (como he dicho muchas veces) y creo que ya ha llegado el momento de aceptar que esa oportunidad que llevo buscando y para la que llevo trabajando y preparándome tanto tiempo, es más que probable que no llegue nunca. Yo no intereso. El motivo por el que esto ocurre no lo sé. La gente que lee mis novelas dicen que son muy buenas, que les encantan, pero las editoriales no ven eso en mí que sí ven los lectores. Esto es una lotería. Por cada veinte que lo consiguen, somos veinte mil que seguimos intentándolo. Es la realidad. La suerte siempre es para otro y no lo digo dramatizando, sino con todo el realismo que puedo.
Pronto saldrá “Me llamo Anabel” y habrá más publicaciones, sí, pero hace años que no siento que suba escalones, sino que camino en línea recta desde la que no paro de gritar y desde donde nadie me escucha.
Por eso decidí centrarme en la música, aunque también soy realista. Para la música ya pasó mi momento y sé hasta dónde voy a llegar con ella, que es a ninguna parte, haciéndola solo porque me apasiona, nada más. Ahora pienso que al final de mi adolescencia, cuando empecé a dejar mi sueño musical y comenzar el literario, no debí olvidarme de la música, pero no tiene ningún sentido pensar en las cosas que habrías hecho de otra forma, más que nada porque ya no tiene ningún remedio.
Estoy preparando un disco que me va a hacer sentir muy orgulloso, con unas canciones pegadizas, actuales, y baladas espectaculares. De momento eso es lo que me llena y lo que va a llenar este dos mil veintitrés que está a punto de empezar y que sé que me va a traer cosas buenas, después de un dos mil veintidós oscuro. Lo voy a empezar emprendiendo la aventura de mi vida, con un gran cambio que llevaba muchos años esperando y que por fin ha llegado. De la mano del wiccano empezaremos una nueva vida, un nuevo hogar, un hogar.
Sí, tengo planes e ilusiones puestos en este año que va a comenzar, una nueva aventura en la que seguiré soñando, sí, pero de forma más realista.