Sigue reciente en mi memoria…

Hoy, dos meses después, busco por primera vez la palabra epiglotitis en Google… Menos mal que no lo hice el día que me la diagnosticaron, porque me habría asustado de verdad, y con razón. Me tocó la peor variante de la enfermedad. Por suerte jamás en el hospital quise tener información sobre la epiglotitis ni busqué nunca la palabra traqueotomía. Estoy convencido de que eso me ayudó a llevarlo mejor, porque hoy, al leer información sobre mi enfermedad (de la que estoy completamente curado), se me forma un nudo en el estómago.
Leo la frase “La epiglotitis puede ser una enfermedad potencialmente mortal” y me entra un escalofrío. Es algo que ya sabía, pero una parte de mí ha estado este tiempo en estado de negación, como si no fuera real, pero leerlo en páginas médicas me da una bofetada de realidad.
Ahora entiendo por qué todo el mundo a mi alrededor estaba tan preocupado por mí. Todos enseguida buscaron la palabra epiglotitis y vieron que se deja claro que es una enfermedad mortal. Repito que yo sabía que la traqueotomía me la hicieron para salvar la vida aquella noche (la forma en la que salimos de observación hacia el quirófano casi corriendo lo dejó claro). En el hospital me lo dijeron, pero muchas veces, en mi estado de negación, me he preguntado si habría aguantado por mí mismo sin necesidad de una traqueotomía, como intentando quitarle dramatismo a lo que me pasó, y ahora veo de verdad que no, que habría sido imposible sobrevivir.
Me vienen imágenes del otorrinolaringólogo que me hizo la traqueotomía preocupándose personalmente de mí desde que salí del quirófano (y los días posteriores), cómo me cogía la mano con fuerza al llegar a reanimación, mudo y con un agujero en el cuello por el que ya podía respirar, y cómo sus ojos decían “qué suerte hemos tenido”. También frases que he oído durante mi ingreso hospitalario de dos semanas como “por los pelos”, “hubo que salir (al quirófano) corriendo, ¿eh?”, o “lo que tienes es muy grave”…
Aquello pasó, aunque es muy reciente, demasiado, y sigue volviendo a mi mente una y otra vez.
Las lágrimas han vuelto, es algo inevitable, pero lo superaré. Tampoco me queda otra opción porque sé que tengo suerte, mucha suerte.

Author: Javier Herce