Hoy es el primer día, desde aquel fatídico treinta y uno de mayo que acabé en el hospital y que de madrugada hizo que me tuvieran que hacer la traqueotomía de urgencia, que puedo decir que me encuentro bien. Desde que me quitaron la cánula y salí del hospital con un agujero abierto en el cuello el trece de junio, no ha habido ni un solo día que me encontrara bien. Tanto la traqueotomía como las casi dos semanas de ingreso, la mitad sin comer, pasaron una gran factura a mi cuerpo. Adelgacé mucho, perdí masa muscular y, con ello, también se fue toda mi energía.
Durante este tiempo, día tras día he tenido que luchar por moverme sin caerme, contra los mareos y la falta de ganas de nada. La verdad es que no sé cómo he podido estar trabajando sintiéndome así, pero lo he hecho y hoy, por primera vez, no me he sentido hecho una verdadera mierda. He estado tomando vitaminas, batidos de proteínas y llevando una dieta basada en las proteínas para recuperar la energía, pero nada hacía efecto, hasta que hace un par de días he añadido el ginseng y la jalea real. Por arte de magia, me encuentro mucho mejor. Ha tenido que ser eso, porque si no, habría sido demasiada casualidad.
Lo importante es que estoy bien y que debo aprovechar lo que dure, no vaya a ser que esto sea solo un espejismo y vuelva la flaqueza.
Lo de las molestias por la cicatriz del cuello ya es otra historia…