Una prueba de vida

La vida me ha puesto una dura prueba en el camino. Un día te levantas con un dolor en la garganta que parece amigdalitis, y acabas en el quirófano haciéndote una traqueotomía de urgencia para salvar la vida. En mi cuello todo empezó a fallar. Primero el dolor, después la capacidad de tragar, afonía… hasta que de repente por la tarde se cerraron mis vías respiratorias por completo. Aún no sé cómo fui capaz de llegar hasta el hospital. Tengo la enorme suerte de haber tenido a mi lado a Rafa, que me salvó la vida, consiguiendo que recuperase un hilo de aire para poder salir corriendo.
Llevo cinco días en el hospital y ahora me voy acostumbrando, pero esto es lo más difícil que he hecho nunca. Una traqueotomía es algo muchísimo más duro de lo que pueda parecer. A parte de dejarte completamente mudo y no dejarte comer ni beber, requiere de unos cuidados y de una día a día muy delicados, incómodos y dolorosos. Ayer mismo un coágulo de sangre nos dio un buen susto y me tuvieron que sacar corriendo de la habitación. Menos mal que las enfermeras y el otorrinolaringólogo fueron rápidos y precisos sacándome una bola de dos centímetros de mi tráquea. Que este sea mi quinto día sin comer ni beber nada tampoco lo facilita.
Ahora mismo mi vida es esta. No va a durar mucho, pero estoy vivo, es en lo único que pienso, y en todas las cosas que voy a hacer cuando salga de aquí.
Esto no va a poder conmigo. Voy a tener que recuperarme cuando pueda respirar por mí mismo siguiendo unas pautas, empezando a comer muy poco a poco (cuando pueda), recuperando las fuerzas, curando la herida del agujero del cuello, toda la irritación interna… Pero prometo, como que me llamo Javier, que va a ser tan rápido, que muchos ni se darán cuenta.
Sigo aquí, que es lo importante. Lo demás irá llegando.

Author: Javier Herce