Creo que he encontrado la forma de recobrar la ilusión por la escritura. Después de que este año haya escrito tres libros (dos novelas y un ensayo), la historia de siempre con el mundo editorial ya me tenía muy cansado y estaba a punto de tirar la toalla intentando continuar con mi novela de vampiros, que no me acaba de llenar (cosa que tampoco ayudaba nada).
Ayer, pensando, mientras sigo esperando noticias de la publicación de “Me llamo Anabel” (que visto lo visto ya no va a ser dentro de este año) me di cuenta de que de verdad necesito escribir, al margen de lo que después pasen con mis historias, que ya no está en mi mano. Mi inquietud original a la hora de escribir (cosa que empezó hace muchos años), fue la de sacar cosas de dentro de mí, desahogarme, como una forma de terapia, como si le hablara a alguien y así me sintiera mejor. Mis novelas han llegado a la gente y les ha tocado por dentro. Quiero seguir haciéndolo.
Lo que necesitaba era una idea que me apasionara, y creo que la he encontrado o, al menos, la semilla de lo que puede ser una idea que me enganche y que va a girar en torno a un personaje español a quien admiro desde mi infancia y que es clave en mi vida por su música, su forma de pensar, su actitud y todo lo que la rodea. ¿A quién le importa lo que to haga? ¿A quién le importa lo que yo diga? Esa canción, un himno, una inspiración y, su cantante, una imprescindible.
Alaska ha sido, es y será motivo de admiración. No, no estoy pensando en hacer una biografía, que ya hay muchas, pero sí una novela que gire en torno, no a su persona, pero sí a su mundo y su música. Sigo pensando…